Soy un firme defensor de la simplicidad y del principio de que menos es más, pero en cuanto a la seguridad y el rendimiento de los sistemas de información se refiere, debemos ser capaces de encontrar un equilibrio entre mantener las cosas sencillas y exponernos lo mínimo posible a potenciales amenazas al mismo tiempo que tratamos de obtener las máximas prestaciones de los elementos que configuran nuestro sistema.
Viene siendo una práctica habitual que las distintas distribuciones de Linux, e incluso las imágenes a partir de las que poner en marcha instancias de servidores virtuales Linux como en el caso de las AMI’s de AWS, implementen por defecto un esquema de particionamiento de lo más simple basado en una única partición que ocupa todo el disco. Es en esa única partición donde se monta el sistema de ficheros raíz (/) y en el que se integran los principales directorios que configuran el sistema de ficheros de un sistema operativo Linux.
Pero una de las características de Linux es precisamente que permite ser enormemente flexible a la hora de ubicar cada uno de esos directorios en distintas particiones o en distintos discos si es necesario.